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Rafael, que había toreado algo en el campo este invierno, se mostró muy decidido y solventó la papeleta con nota. Tiene cabeza y muy bien asimilados los conceptos básicos que luego desarrolla en el albero.
Como no podía ser de otra forma, las dos orejas del cuadrúpedo fueron a sus manos y las paseó en volandas de una afición que ya lo espera por tierras califales. El novillero Ignacio González ejerció de costalero en la salida a hombros del joven espada, que esperemos sea la primera de una larga lista.
Nuestra más sincera felicitación a Rafael y nuestros mejores deseos, felicitación que hacemos extensiva a su padre, Cristobal Reyes, aficionado de pro y, como no, vecino del Tendido Diez en el Coso de los Califas.


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