Ayer tarde se celebró en la localidad cordobesa de Espiel un festival taurino sin picadores con motivo de las fiestas patronales de la localidad. Con más de media plaza se lidiaron cuatro erales de la ganadería de El Bañusco, bien presentados y de juego aceptable.
El rejoneador de Pozoblanco Juan Fernández reaparecía en público tras varios años alejado de los ruedos. Estuvo irregular con los rejones de castigo y algo mejor con las banderillas, necesitando quizás de más pasadas de la cuenta. Con el rejón de muerte estuvo hecho un cañón, lo que sirvió para que fueran a parar a las manos del caballero rejoneador las dos orejas de su oponente.
El rejoneador de Pozoblanco Juan Fernández reaparecía en público tras varios años alejado de los ruedos. Estuvo irregular con los rejones de castigo y algo mejor con las banderillas, necesitando quizás de más pasadas de la cuenta. Con el rejón de muerte estuvo hecho un cañón, lo que sirvió para que fueran a parar a las manos del caballero rejoneador las dos orejas de su oponente.
Víctor Janeiro, que cortó los máximos trofeos del animal que le cupo en suerte, fué muy cariñosamente recibido en la localidad serrana. Estuvo bien por momentos aunque efectuó un toreo muy despegado y hacia fuera lo que hizo que no siempre resultara todo lo brillante que deseara.
El matador de toros cordobés Sergio Sanz realizó una labor muy voluntariosa, siempre porfiando y exponiendo en una faena que buscó la trasnmisión con los tendidos. Fué evidente el poco bagaje de este joven matador que sin embargo aprovecha todas sus oportunidades para demostrar el buen sello que atesora como torero. Dos orejas tras aviso.
El novillero cordobés Juan Romero "El Zorro" se encontró con un animal que se lesionó los cuartos delanteros al salir de chiqueros, lo que sin duda quebrantó la calidad de su embestida. Sin embargo el joven torero del barrio de San Pedro no se amilanó y tras el toreo fundamental tiró de repertorio, destacando las series y desplantes de rodillas buscando en todo momento agradar al público espeleño. Estuvo pues muy valiente y en novillero pues el cuadrúpedo no se prestaba a otra cosa por lo que quizás alargó en exceso la faena. Tras señalar un pinchazo arriba dejó media estocada honda tardando el animal en rodar, por lo que el premio quedó reducido a una oreja tras escuchar dos recados presidenciales.
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